Es un lugar común hablar del exceso de credulidad de los seres humanos. Hay una antigua tradición tanto filosófica como psicológica que viene repitiendo que en su gran mayoría las personas mostramos una deferencia exagerada hacia la autoridad y un conformismo excesivo. Entre quienes han defendido esta idea figuran, por ejemplo, pensadores tan influyentes como Marx y Engels quienes sostenían que las ideas dominantes en cualquier época, son las ideas de la clase dirigente.
El científico cognitivo Hugo Mercier pone en cuestión en No hemos sido engañados esta supuesta falta de escepticismo en nuestra conducta. De hecho, sostiene que pese a las grandes sumas que se invierten en publicidad comercial y propaganda política sus campañas no sirven para cambiar la opinión de quien ya tiene convicciones, es decir, la mayoría.
A lo sumo Mercier acepta que la propaganda y los medios de comunicación tienen la capacidad de marcar la agenda, es decir los temas a tratar, y de reforzar la opinión de la gente que ya tiene una opinión formada.
“A medida que los intentos de persuasión se acumulan -desde los demagogos que arengan a las multitudes en el Ágora a los anunciantes que compiten por nuestra atención en las pantallas del móvil- emerge un patrón claro: persuadir a las masas resulta extraordinariamente difícil”, afirma este psicólogo que trabaja para el Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia, en Lyon.
Basa su tesis en dos tipos de argumentos. El primero es la psicología evolucionista pues sostiene que carece de sentido que nuestra especie hubiera podido sobrevivir hasta nuestros días si sus miembros fueran excesivamente crédulos. Su argumentación principal, sin embargo, es el análisis de ejemplos y casos históricos que convierten en muy interesante la lectura del libro.
Desde la Alemania nazi y la Rusia soviética hasta los casos de persecuciones por brujería, rumores históricos, el terraplanismo o la jerga sin sentido de gurús posmodernos como Jacques Lacan, tienen cabida en las páginas de este trabajo que habla también, entre otras cosas, de las cámaras de eco o de las ‘fake news’. Respecto al fenómeno de las noticias falsas sostiene que las que más circulan son en realidad las que la gente no se cree y se difunden en gran medida porque son chorradas entretenidas e inverosímiles. Así, por ejemplo, en 2017 la noticia falsa más popular fue: “Canguro trasladada al hospital después de insertarse en la vagina al bebé que cuidaba”.
Sobre las llamadas cámaras de eco (es decir, que con las redes sociales solo acabamos recibiendo noticias que refuerzan nuestras ideas), Mercier asegura que se trata de un mito. “Si algo se ha incrementado con las redes sociales -dice- es, de hecho, la exposición a puntos de vista distintos”.
Un libro como el que comentamos tiene una singularidad: el autor siempre gana. Si los argumentos que aporta no nos convencen, de alguna manera se refuerza sus tesis de que no somos tan crédulos. En cambio, si sus pruebas nos convencen, también sale reforzado. En caso de que sea así, nos queda el consuelo de que destacados psicólogos como Steven Pinker y Pablo Malo lo recomiendan.
No hemos sido engañados
Hugo Mercier
Traducción de Gonzalo García
Shackleton Books
429 páginas