
Aunque debo reconocer que siempre me han llamado la atención las agendas y que muchos meses de enero me he comprado una -postureo, en realidad- todas me han quedado por estrenar. Puede que en alguna haya anotado alguna cita médica para la que aún faltaba mucho, pero después no la he vuelto a consultar. A veces, por no derrochar papel, la he convertido en libreta para las notitas que apunto cuando se me ocurre alguna idea para un cuento o un artículo. Pero, siendo sincera, nunca he pasado de las primeras páginas. En fin, que yo no soy en absoluto de agendas. Y eso que me da envidia ver las de los demás, con todo apuntadito (fechas, horas, tareas, etc.) Y a veces me propongo hacer lo mismo de una vez, pero acaba siendo inútil. No debería comprarme una agenda nunca más, porque esta es otra: me da pena tirarlas. Y esto conlleva una acumulación de libretitas en cajones y estantes, con la consiguiente falta de espacio para los libros. En fin.
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