Investiduras

Llega octubre y con él, mi rompecabezas anual. Y es que llevo, nada menos,    que desde junio de 1964 publicando ininterrumpidamente artículos en «Es Diari» y no hay aniversario en el que no me plantee si debo o no seguir, o cómo hacerlo. Es más que posible que canse a mucha gente, me digo, que me repita como un loro o que mis opiniones caigan cada vez peor a un número creciente de lectores, más en estos tiempos de crispación galopante. Me encuentro rodeado de relatos apocalípticos sobre la actualidad política, con una sensación de pesadumbre e impotencia; ¿cómo escabullirte del tono general    sin abdicar de tu visión    del mundo y sin granjearte más antipatías que las estrictamente inevitables?

3-X-23 Martes

El veranillo de San Miguel está siendo especialmente grato después de los ardores caniculares. Mientras la temperatura sociopolítica sigue en fase de ignición, la ambiental es más que tolerable y la del agua del mar, perfecta para el baño.    Así nos quitamos el mono de un veraneo que se ha puesto    imposible en playas y carreteras. Una tumbona guiri, un buen libro, un pescado fresco con láminas de ajo bien fritas… ¿Qué más se puede pedir para obviar broncas políticas?…

Entre sueños veo retazos del telediario en los que emerge la figura del actual presidente del Gobierno en funciones saliendo de su entrevista con el Rey.    ¿Cómo decir, sin fenecer en el intento, que Pedro Sánchez no me parece    más mentiroso que los demás políticos, que hasta ahora y dadas las circunstancias de su presidencia, no lo ha hecho tan mal? Nunca he visto un político más vilipendiado que el actual inquilino de la Moncloa a quien incluso se le censuran unos pretendidos andares chulescos; si habla porque habla y si no habla porque no habla… ¿ y qué hay de la necesaria discreción mientras se negocian asuntos de tanto calado como la investidura del presidente del Gobierno ?

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Por si faltara algo a la ceremonia de la confusión, cuando me limpio las legañas matutinas compruebo, en connivencia con mi inseparable receptor de radio, que España sigue rompiéndose, como antes de las vacaciones, como antes de la Transición y como en el período jurásico, en un proceso tan plúmbeo como interminable. Es una rotura que dura y dura como las pilas del anuncio sin que se atisbe un final a tanto estropicio. Paciencia.

4-X-23 Miércoles

Mala noticia para los menorquines amantes de los periódicos de papel: «La Vanguardia» y el «Mundo Deportivo» no van a ser    repartidos en la isla salvo en los meses estrictamente veraniegos, como viene ocurriendo desde hace lustros con otros periódicos de alcance nacional, como el legendario «Abc», «La Razón» y otras cabeceras. Al contrario de los libros electrónicos que apenas han erosionado la industria del libro de papel, los periódicos clásicos parecen heridos de muerte. Adiós paulatino al cafelito en el bar mientras acechas nerviosamente al parroquiano que se eterniza    en la lectura del único ejemplar del establecimiento. Y es que    el mundo de ayer que diría Stefan Zweigt se nos va escurriendo entre los dedos.

5-X-23 Jueves

Empieza el nuevo curso y me encuentro rodeado de mujeres por todos lados. Ya son tres las nietas y ello lleva implícito un considerable aumento de las obligaciones propias de la esplendorosa condición de macro abuelos. La mayor, Inés, de trece años, me pregunta por cuestiones serias cuando voy a buscarla al colegio, política incluida, bailo «El Danubio azul» con la segunda, Júlia, de poco más de un año y la tercera, Silvia, de solo una semana, todavía no sabe ni contesta, aunque me observa con ojos inquisitivos: «¿Y quién le habrá investido a este narizotas como abuelo?», parece preguntarse… En fin.

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