La interpretación de la moción de censura de este viernes depende del cristal con que se mire. Casi todos los calificativos utilizados por Juana Mari Pons y el PP son más sentimentales que políticos. Una moción «ruin», dicen. La ya exalcaldesa ha disfrutado de un regalo de un año de gobierno y dos convidades de Sant Joan, que nunca habría tenido si la izquierda hubiese pactado cuando tenía que hacerlo, después de que los electores les dieran votos suficientes para un pacto a tres con mayoría. Pons Torres con su discurso sentimental, aunque no sea fruto de la estrategia, la prepara como candidata a las próximas elecciones. Pero para eso quedan muchas crónicas por escribir. Es verdad que el PP ha evitado meterse en charcos durante su año de gobierno, aunque estuvo a punto de hacerlo en un par de ocasiones. Pero eso no significa que la moción de censura sea injusta, que no lo es. La izquierda tenía derecho a negociar un pacto y a recuperar lo que las elecciones le habían dado. Algunos socialistas han ayudado a la estrategia del PP del victimismo al discrepar de la conveniencia de presentar la moción.
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