Del básquet al surf, el cambio de vida de la menorquina Sara Soler

El deporte forma parte directa y activa en el día a día de la menorquina Sara Soler (1997) desde hace muchos años ya. Sin embargo, lo que sí ha cambiado estos últimos tiempos en la vida de la insular es el medio donde lo practica, ya que después de llegar a ser incluso jugadora del Joventut Les Corts de Badalona– en la Liga Femenina 2 de baloncesto–, desde unos años atrás cambió el balón y las canchas por la tabla de surf y el mar.

«Creo que simplemente dejé de posicionar el baloncesto en primer lugar y empecé a priorizar otros aspectos de mi vida a los que nunca presté atención a causa de la exigencia deportiva que tuve durante años», nos cuenta Soler a «Es Diari», a punto de irse a vivir a Irlanda.

Sara Soler, hija del mítico ex ACB y Menorca Bàsquet, Antón Soler, dejó las pistas de baloncesto muy prematura, tras entrar incluso en el Centre de Tecnificació de les Illes Balears, dejando el básquet semiprofesional de golpe y adentrándose de lleno en el surf. «Estos últimos años el surf ha formado parte de mi día a día, formando un estilo de vida propio. Siempre me ha gustado el surf pero nunca lo había practicado, hasta que lo hice y no hubo marcha atrás. Me atrapó», relata Soler, que surfea con tabla corta para hacer maniobras explosivas, «pero quiero probar el ‘long’ para practicar un surf más tranquilo», nos avanza la menorquina, ex pívot en diferentes equipos españoles.

La menorquina, durante un partico con Les Corts de Badalona.

Donde más ha aprendido a surfear por ahora ha sido en un viaje muy largo que hizo a Sri Lanka; «allí empezó la locura. Y después Las palmas de Gran Canaria, donde iba a clases y entrenamientos específicos de surf. Tengo días buenos y otros no tanto, se me da bien depende del día aunque no es algo que debería juzgar yo», contesta, con una sonrisa de oreja a oreja y siempre con el baloncesto en su mente, aunque ahora el surf la tenga cautivada.

«Sigo jugando en la calle. El ‘streetball’ es muy divertido y conoces a gente de todo el mundo. Lo malo es que no hay chicas que jueguen en esos espacios y al principio de cada juego nadie me elegía por ser mujer pero tras jugar un rato se sorprendían y querían venir conmigo. A mí no me importaba, solo quería divertirme un rato», bromea, por lo que en su caso, si añoraba el básquet, «iba al parque y tiraba un rato al aire libre y se me pasaba», nos cuenta Soler, a la que con 27 años aún, no le preocuparía si vuelve a las pistas volver a ser la misma de antes.

Sara Soler con su tabla de surf.

«Para nada, yo siempre seré la misma, juegue bien o no tan bien; nunca he pensado en otra cosa que en divertirme jugando. Simplemente tendría que hacer lo mismo que he hecho siempre, gozar del baloncesto y las cosas salen solas. Y si no salen, no pasa nada; mientras no la meta en propia estamos salvadas», bromea, sin rehuir en hablar del basket femenino en España y sus dificultades para ser netamente profesional.

«Es un ámbito muy exigente que si no priorizas a lo largo de los años es difícil dedicarse a ello al 100%, seas hombre o mujer», matiza. ¿Competir en el surf? «Ojalá, sería un sueño, aunque si no lo has hecho de pequeña es difícil entrar en las competiciones pero de ilusiones se vive. Yo me esforzaré como si me preparara para el ‘surfworld’ aunque a lo que más lejos llegue sea al chiringuito de la playa», dice entre risas, y hablando de compaginar surf y canasta. «No sé si podría con todo, estaría bien, pero por ahora intentaré compaginar surf, yoga, arte y vida personal lo mejor que pueda, que no es poco».

El apunte

«Me voy a vivir a Irlanda, para surfear entre cubitos de hielo»

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