Decepcionante marcha atrás del gobierno de Prohens

El Decreto finalmente presentado por el Govern Balear supone una clara y decepcionante marcha atrás respecto de las prometedoras (aunque tímidas) medidas anunciadas de contención turística, de hace unas pocas semanas.

Ello se puede deber tanto (i) a la incapacidad del gobierno del PP de resistir las presiones de los diferentes lobbies; (ii) a la falta del más mínimo consenso entre los diferentes partidos políticos, y en especial con el primer partido de la oposición, que debería «prestar» los votos necesarios para no dejar el gobierno en manos de Vox y, así, asumir sus responsabilidades por la falta de acción cuando gobernaba; o, simplemente, (iii) a una calculada intención del PP de procrastinar y dejar que pase un año más (y ya van muchos) sin tomar las necesarias y urgentes acciones para corregir los más que evidentes excesos.   

Es evidente que reconducir la oferta turística es un asunto muy complejo, al ser el turismo, a estas alturas, el monocultivo imperante en las Islas, con una infraestructura cuya puesta en operación da pavor comprobar cada año, para servir una demanda que a precio bajo está dispuesta a fagocitar lo que se le ponga por delante, aunque sea a costa de un empobrecimiento relativo de la población balear cada vez mayor. Intervenir sobre ello implica, necesariamente, sacrificios por parte de todos los actores económicos de la sociedad balear y estatal, con decisiones impopulares y controvertidas, especialmente si no atañen a todos los participantes: los hoteleros aumentando tasas; los alquileres vacacionales regularizando y profesionalizando chiringuitos en competencia desleal; y la sociedad aceptando que la solidaridad con la creación de ocupación para inmigrantes tiene límites, al igual que el rechazo indiscriminado hacia todos los llegados. Se ha de encontrar un equilibrio, a partir de una mejora en el valor de las productividades del producto elaborado (responsabilidad empresarial) y de una exigencia de mayores capacitaciones a los ocupados.

No ayuda a ello enfrentar las organizaciones empresariales (FEHM/EXELTUR contra la HABTUR), los empresarios de todo tipo contra sindicatos, los ecologistas contra comerciantes, partidos políticos contra instituciones estatales (AENA, Puertos del Estado). Hace falta entender y aceptar que es bueno para todos actuar sobre el evidente exceso de oferta que se ha creado en una parte sustancial del año, por las más que evidentes incidencias negativas que tiene sobre la calidad de vida, la cultura propia, la convivencia de visitantes y locales, el medio ambiente, la vivienda… en unas Islas desbordadas por el aumento vertiginoso del número de visitantes; y de la población trabajadora de temporada, para dar servicio a los cerca de 20 millones de turistas que nos visitan. Probablemente existe un acuerdo mayoritario sobre esto último, pero el disenso es total sobre cómo hacerlo, y cada actor culpa al resto de ser el causante de los males, cuando todos tienen parte de responsabilidad.

Nos esperanzaron, hace poco, con el Documento Estratégico (362 páginas de buenas intenciones) y el avance de medidas anunciado (unas pocas líneas de trabajo, tímidas pero acertadas), pero nos decepciona profundamente, ahora, ver como todo se aborta; sea por la presión del statu quo, sea por una Estrategia preconcebida de salvar la situación presentando unas medidas de cara a la galería esperando el bloqueo político.

Una verdad incómoda. El camino exige trabajar focalizados en dos líneas básicas: 1-Limitar la oferta (Apartamentos Turísticos, Plazas Hoteleras, Rent-a-Car, Cruceros, Slots, Aeropuertos…) temporalmente (verano) para limitar los excesos; 2- Recaudar más (tasas a todos los niveles/visitantes, y no solo a los alojados en hoteles) para corregir/compensar las «externalidades» negativas que se generan, invirtiendo en el control de actividades ilegales, la vivienda pública y la conservación naturaleza.

¿Por qué da tanto miedo la contención turística? Desde el discurso fiscal, porque el gobierno del PP fía su acción recaudatoria, que le permite satisfacer las demandas sociales y ganar elecciones, en el dinamismo económico; que se genere renda, aumente el consumo total y se multipliquen las transacciones inmobiliarias, y así aumente la recaudación participada en el impuesto sobre la renta, el IVA y el ITP. No parece importarle al gobierno el empobrecimiento relativo de la población en ingresos per cápita, si lo compensa el mayor consumo de no residentes y la recaudación del impuesto de transmisiones patrimoniales. Y esto aunque la productividad de la economía languidezca, se tensione la convivencia entre residentes y visitantes, y no se cese de trinchar el territorio. Renuncian, unos y otros, a una mejor financiación estatal, que sea justa en la proporcionalidad entre la contribución de Baleares y lo que el Estado le retorna, y que se ajuste por la capacidad adquisitiva real de lo que se transfiere, y en su ausencia se acepta la generación de renta a cambio de perder un patrimonio que es la garantía de nuestra riqueza futura.

Se sufragan, hoy, los costes de las externalidades negativas de este modelo de crecimiento con la necesidad imperiosa de crecer y crecer, como algo irremediable para financiar públicamente los estragos que se derivan de la economía; que son, de hecho, externalidades producidas por esta manera de crecer, en una especie de bucle sin fin. Más necesidades de financiación pública, asociadas a este modo de producir, a cubrir con más y más crecimiento. Con ello se cierra el vínculo entre la política y la parte empresarial, que mantiene el statu quo controlado: ni tasa hotelera, ni controles efectivos, ni limitaciones en oferta. E la nave va, aunque el destino cada vez es más cierto… ¡A las peñas!

Enlace de origen : Decepcionante marcha atrás del gobierno de Prohens