Cosas de mafiosos

Era la Cosa Nostra, con sus códigos de honor y su omertá o ley del silencio, donde un chivatazo o soplo era castigado con pena de muerte.

Antes tenían enfrente el imperio de la ley, con tipos como Elliot Ness, el juez Falcone o el recién jubilado juez Marchena. Este último ha sido investido doctor Honoris Causa por la Universidad CEU Fernando III de Sevilla. Dijo en ese acto: «No quisiera arrastrarles conmigo en el pesimismo en el que me instalo».

Entre todos nos hemos dado un gobierno autodenominado progresista que tiene reservado para los delincuentes el indulto y para los jueces el insulto. Sus prácticas mafiosas se ponen al descubierto sin que por ello dejen de apoyarles sus fieles seguidores. Como ha demostrado Trump, hoy estar imputado o condenado no es óbice para ser reelegido en las urnas. La cuestión es compartir enemigos.

Estamos a favor de los nuestros y de las «cosas nostras» y tanto nos da lo que digan o hagan. Confiamos con obediencia ciega y oídos sordos a lo que no queremos oír. La mafia se ha extendido y lo domina todo. El crimen parece más organizado que la justicia. Dejar de creer, es el primer paso para dejar de hacer y resistir. Así que ellos ganan.