
En 2012, los guionistas Purvis, Wade y Logan escribían para Skyfall: «Supongo que vemos mundos diferentes. Y reconozco que lo que veo me da mucho miedo. Tengo miedo porque nuestros enemigos son algo desconocido. No son naciones. Son individuos. Miren a su alrededor (…) El mundo ya no es transparente, es más opaco. Los auténticos enemigos están en la sombra (…)». En palabras de Tennyson: «estamos debilitados por el tiempo y el destino, pero con la firme voluntad de buscar, de encontrar y de no rendirse nunca». Recuerdas estas palabras cuando contemplas la actual situación política mundial. Y coincides en que, efectivamente, el mundo se ha vuelto muy oscuro. No únicamente en términos bélicos, sino también en muchos otros. Antiguamente un obrero –y por poner un ejemplo– sabía para quién trabajaba. Podía defenderse contra el patrón en caso de manifiesta injusticia. Hoy, millones de trabajadores ejercen su labor para empresas que pertenecen a multinacionales que, a su vez, son esclavas de otras, más poderosas y más difíciles de identificar. ¿Cómo se enfrenta pues uno a un opositor cuya naturaleza desconoce? ¿No os sumerge esa circunstancia, acaso, en un claro estado de indefensión?
Otro ejemplo paradigmático sería la guerra arancelaria de Trump. ¿Qué pretende verdaderamente con ella? ¿Acabar únicamente con la hegemonía mercantil china? Es evidente que sus objetivos son económicos, sin embargo, ¿subyace algo más? ¿Nos encontramos, acaso, ante un sheriff de película que, amén del cash, busca que las naciones –y utilizas sus propias palabras- «le besen el culo»? Y si las causas son difíciles de esclarecer, las consecuencias también, aunque estas parecen reducirse a una de estas dos: o le sale a Trump bien la jugada y la tierra, empobrecida, le besa efectivamente el trasero o se provoca una alarmante recesión global…
Y en esas estáis, participando de ese miedo y de ese sentimiento de indefensión del que hablaban los escritores citados… No obstante, y verdaderamente, alguna cosa podríais hacer. Para empezar, recordar aquellas emblemáticas palabras de Jimi Hendrix y que te evocaba recientemente tu siempre lúcido amigo Bosco Faner: «Cuando el poder del amor supere al amor al poder, el mundo conocerá la paz». Otro paso importante sería el de la exigencia política y personal. Exigir –y recordando la recién concluida Semana Santa– a vuestros representantes que no vendan su ideología por treinta monedas; que no renieguen, como Pedro, de sus convicciones; que no las ultrajen por un estatus meramente temporal; que no insulten al pueblo con sus mentiras y sarcasmos; que no lo azoten; que no le fabriquen coronas de espinas; que no lo crucifiquen con el único fin de mantenerse en su particular ‘Balsa de la Medusa’; que hagan prevalecer el amor sobre cualquier otro valor y que aprendan algunos verbos (pedir perdón, dimitir, cesar, ser fieles a la verdad…)
Y obrar modesta e igualmente a modo individual… Vivir vidas dignas de ser vividas… Honestas. Donde –sería un buen movimiento inicial– no transmitáis a vuestros hijos odios ancestrales que hacen pervivir una España dividida en dos y cainista, porque ya toca… En definitiva: contribuir personalmente a la construcción de una tierra en la que seres como Trump se sientan extremadamente incómodos…
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Enlace de origen : Besar el trasero al sheriff