Monserrat se teme que «2025 será un año de bonanza económica en cuanto creación de riqueza (PIB) y empleo, pero a nivel de calle será un año mediocre». En este sentido, argumenta que «los sueldos no se han recuperado completamente del golpe inflacionario vivido, por lo que somos más pobres en términos reales. Y, pese a que los costes generales parecen contenidos (la inflación general para 2025 se situará sobre el 2,1 % de media en España según el panel Funcas), el coste de la vivienda no dejará de drenar renta disponible».
A su modo de ver, «el problema de la vivienda en 2025 no tiene visos de mejorar, lo que seguirá impactando de forma negativa en la mano de obra a disposición de las empresas. El modelo de negocio turístico hace difícil que se mejore la productividad del sector, que no requiere de trabajadores excesivamente cualificados ni ofrece experiencias turísticas de mucho más valor añadido que sus competidores que puedan justificar precios más altos».
La directora general de Economía y Estadística del Govern, Catalina Barceló, admite que «en los últimos 20 años no hemos dejado de crecer en volumen, pero no en valor; mientras, la renta per cápita de los ciudadanos ha bajado». En este punto, precisa que la renta per cápita de Baleares en 2001 se situaba un 23 % por encima de la media europea, y hoy la comunidad autónoma está un 20 % por debajo. Así que es evidente que la economía balear muestra una «debilidad importante, una enfermedad estructural, que no es otra que la incapacidad de transformar el crecimiento económico en ganancias significativas para la población residente».
Barceló destaca que «este Govern siempre ha dicho que no podemos crecer en volumen, sino que tiene que ser en valor, en calidad. Y esto ayudará a tener una mano de obra con más cualificación, menor congestión y más bienestar para los ciudadanos. Para ello, estamos trabajando para afrontar estos y otros retos relevantes de Baleares, impulsando una política de vivienda que aumente la oferta disponible para que haya pisos para la gente, para las rentas medias y bajas, o incrementando la inversión en los servicios públicos esenciales como son la sanidad, la educación o los servicios sociales, entre otros aspectos».
Luis García Langa, director de Mercados de SDC Analistas, sostiene que para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos «habría que cambiar cosas, pero de verdad. No ayudan convenios encorsetados, salarios mínimos… mientras un 40 % de los salarios que pagan las empresas no llegue al trabajador es muy complicado. Pero tampoco bastaría con eso, es necesario mejorar la productividad de las empresas para incrementar beneficios, que estos paguen más a los trabajadores…»
El economista y profesor de la UIB, Pep Ignasi Aguiló. «El nivel de vida de los ciudadanos, sí no hay nuevos «cisnes negros», previsiblemente tenderá a mejorar para unos y empeorar para otros. El hecho de ser balear, en absoluto, es determinante. Lo relevante es el incremento del capital personal y, dado que vivimos en una economía muy regulada, del poder de negociación del que se disponga. Aquellos con mayores dotaciones de capital o poder de negociación, indudablemente mejorarán. El resto lo tiene más complicado».
Sueldos
En cuanto a los salarios, Aguiló anticipa que «la productividad continúa estancada, o con ganancias muy moderadas, por lo que el poder adquisitivo real de los salarios no podrá experimentar mejoras sustanciales. Además, al volver a estar en vigor los Criterios de Maastricht los tributos aumentarán afectando severamente a las rentas disponibles».
No obstante, matiza que «en Baleares pueden aumentar más que en el resto de España los sueldos relacionados con el sector de la hostería, ya que aquí las leyes que restringen la competencia favorecen los márgenes empresariales y, por tanto, también la capacidad de negociación de los trabajadores del sector». En otros sectores, los incrementos salariales en las Islas serán muy similares a los del resto del país.